No hay que ser un adivino para saber por dónde puede ir el futuro «profesional» de aquellas personas inicialmente anónimas que en un momento de su vida deciden presentarse a algún programa de telerrealidad –aunque altamente guionizada- o reality show cuando se trata, sea en el subformato que sea, de aparecer en las pantallas de los espectadores llevando a cabo las acciones más cotidianas o aquellas en las que uno se muestra más vulnerable, ya que eso puede meterte en el mundillo de scorts barcelona y dar mucho dinero.
Desde el decano, aquella primera edición de Gran Hermano del año 2000, hasta otras fórmulas como Supervivientes, Adán y Eva, Mujeres y hombres y viceversa e incluso los programas de talentos en los que los concursantes tratan de saltar a la fama con sus ¿habilidades? musicales o de otros tipos, la gente que quiere salir en televisión haciendo de protagonista partiendo de unos orígenes anónimos y una relación nula o casi nula con los medios de comunicación es exhibicionista. Quiere obtener la fama a cualquier precio y lo cierto es que lo consigue, independientemente del éxito que logre en el programa propiamente dicho.
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